28 diciembre, 2006

Cuarta Parte

6 de noviembre del 2006

Estallan varios potentes artefactos explosivos:





cimbrando a la capital del país y causando serios daños tanto en la sede del Partido Revolucionario Institucional (el busto del ex-Presidente Plutarco Elías Calles quedó destrozado como consecuencia del atentado) como en el Tribunal Federal Electoral:





así como en una sucursal del banco canadiense Scotiabank que quedó prácticamente destruída:





Los relatos de las explosiones causan alarma entre la población.

Al mismo tiempo que varios grupos guerrilleros se atribuyen la autoría de los atentados, casi de inmediato también una pléyade de comentaristas señalan con índice de fuego a terroristas ligados con la APPO o a grupos guerrilleros izquierdistas simpatizantes del PRD como los principales sospechosos de los atentados, tratando de equiparar plenamente -sin pruebas- al Partido de la Revolución Democrática como un foco de rebeldía, caos y destrucción. Sin embargo, una minoría pequeña pero creciente de observadores se va dando cuenta de un detalle muy importante: Si los presuntos atentados terroristas fueron una respuesta de la APPO o de grupos de la extrema izquierda de Oaxaca en represalia por la intervención de la fuerza pública en Oaxaca y las actitudes torcidas del Tribunal Federal Electoral en los importantes comicios presidenciales del 2006, entonces hay algo que no concuerda de una manera importante: El edificio sede del Partido Acción Nacional fue respetado en su totalidad, no se colocó en dicho edificio ninguna bomba, ni se trató en ningún momento de hacer daño físico alguno a ningún panista prominente, sobre todo al líder del PAN, el ultraderechista Yunquista Manuel Espino. Vamos, ni siquiera se hizo una "pinta" con spray en dicho edificio. Esta "omisión" resulta altamente sospechosa porque las tropas que fueron enviadas días antes para desalojar a la APPO del centro de Oaxaca fueron fuerzas enviadas por el gobierno federal, o sea por un gobierno emanado del Partido Acción Nacional. ¿Fueron estos atentados planificados y ejecutados por fanáticos ligados a la Organización Nacional del Yunque, actuando bajo órdenes directas de incurrir en estos actos con el fin de desprestigiar a la oposición de izquierda y darle al mismo tiempo un cómodo pretexto al gobierno federal panista para endurecer su posición desatando una escalada de represión violenta en el estado de Oaxaca? Los analistas acusadores de la izquierda podrán argumentar lo que quieran, pero el hecho incuestionable es que el PAN, el partido oficial, el partido en el poder, no fué objeto de atentado alguno, algo que se esperaría precisamente de agentes al servicio de la extrema derecha dedicados a operaciones de infiltración y sabotaje. De ser así, esta no sería más que una acción de seguimiento a la acción previa consumada con el asesinato a sangre fría del periodista norteamericano Bradley Roland Will, asesinado en circunstancias extrañas que, analizadas con detenimiento, nuevamente obligan a voltear los ojos a la Organización Nacional del Yunque como los verdaderos culpables de estos crímenes y delitos.

Otra cosa que también llama fuertemente la atención es que, de todos los lugares que se pudo haber escogido de la sede nacional del Partido Revolucionario Institucional para colocar la bomba potente que fué detonada en la mañana del 6 de noviembre, se escogió el Auditorio Plutarco Elías Calles, y la bomba fué colocada precisamente para destruír el busto del General Elías Calles. Pero resulta que fué el General Elías Calles quien como Presidente de México estuvo al frente de las persecusiones religiosas desatadas en contra de la Iglesia Católica en los tiempos de la Guerra Cristera. Él fué precisamente el autor de la Ley Calles, en contra de la cual se unificaron tanto los grupos católicos moderados como los grupos católicos ultraconservadores para llevar a cabo una lucha armada en contra del gobierno federal de México con el fin de obligar al gobierno a dar marcha atrás. Fué precisamente de esta lucha de la cual brotaron las semillas con las cuales eventualmente sería fundada la ultraderechista Universidad Autónoma de Guadalajara, la cual a su vez serviría como cuna de embrión para la Organización Nacional del Yunque con la cual la extrema derecha se está apoderando subrepticiamente del gobierno de México infiltrándolo en todos sus estratos. Y tanto el General Plutarco Elías Calles como el General Lázaro Cárdenas son los dos hombres más odiados por la extrema derecha mexicana. Es posible que, desde hace mucho tiempo atrás, los neo-fascistas mexicanos ya hubieran tenido las ganas de dinamitar la efigie del General Plutarco Elías Calles precisamente en la sede del partido político al cual perteneció éste hombre con el cual la izquierda de México ciertamente no tiene cuentas pendientes. ¿Cómo creer entonces que ésta selección de blanco de ataque haya sido únicamente el fruto de una extraordinaria coincidencia, máxime cuando los atentados del 6 de noviembre van a ser utilizados como un pretexto para descargar la fuerza del Estado en contra de los grupos que aún mantenían vivo en forma extemporánea el conflicto de Oaxaca?

Una orden girada desde la cúpula de la Organización Nacional del Yunque a sus agentes infiltrados dentro de algún presunto grupo guerrillero izquierdista autor de los atentados o directamente a sus comandos saboteadores para respetar en todo momento a las instalaciones del Partido Acción Nacional y a los panistas de "línea dura" más prominentes no sería necesariamente una acción obligada bajo la norma de que "hay que respetar a los nuestros", ya que los ultrafanáticos del Yunque son capaces de incurrir en autoatentados y en matar inclusive algunos de los suyos propios si tal cosa se requiere para lograr sus objetivos, los discípulos ultraderechistas mexicanos de Maquiavelo son capaces de esto y mucho más. En todo caso, el no tocar en lo absoluto ninguna de las instalaciones del PAN ni a panistas Yunquistas prominentes sería con el único fin de no andarle metiendo ideas en la cabeza a una izquierda cada vez más beligerante.


7 de noviembre del 2006

Ante los hechos graves hechos sucedidos el día anterior, la Cámara de Diputados le negó al presidente Vicente Fox un permiso para realizar una visita a Australia y Vietnam, la última gira internacional que emprendería antes de dejar el poder el 1 de diciembre. De hecho, en su último mes de gobierno, con el país asolado por graves problemas, el Presidente pro-Yunquista Vicente Fox se había estado dedicando a pasear fuera del país a costa del erario público, gozando el ser recibido todavía como Jefe de Estado y aprovechando sus idas al extranjero para pregonar las bondades de su -según él- maravilloso mandato enmarcado en la mitología de un mundo ficticio que el pueblo burlonamente ha bautizado como Foxilandia. La negación de la autorización a Vicente Fox salga a pasearse fuera del país estando México inmerso en tan graves problemas será ratificada dos días después, el 9 de noviembre del 2006, por el Senado de la República, con 65 votos a favor y 45 en contra, negándose en definitiva el viaje del presidente programado para llevarse a cabo del 10 al 19 de noviembre, al considerarse que las fechas no eran propicias para ello. Es así como se sella por mandato del Congreso de la Unión una orden tratando de obligar al mandatario de la derecha y la ultraderecha a ver por los intereses de la Nación, inmersa en graves problemas, prohibiéndole usar su cargo para andar como turista paseándose mientras el país se dirige a una posible catástrofe como consecuencia del fraude electoral cometido en las elecciones presidenciales del 2 de julio del 2006. Por su parte, Vicente Fox responde a la negación del permiso de una manera francamente bochornosa y ridícula, indigna de un Jefe de Estado, acaparando para sí -con todos los gastos pagados por el erario público- tiempo de calidad en radio y televisión para quejarse de la negación del permiso para viajar fuera del país como Presidente de México, quejándose de estar secuestrado por "unos cuantos" en el Congreso. Esto lo dijo el mismo hombre que seis años atrás en su toma de protesta como Presidente de México afirmó: "El Presidente propone, y el Congreso dispone". De cualquier manera, Vicente Fox ya tenía planeado viajar a Australia para ir a visitar a su hija Paulina, la cual estaba esperando el nacimiento de su hijo, sobre lo cual crecieron las críticas señalándose que lo que realmente quería hacer Fox era ir a Australia a un baby shower en unas vacaciones VIP pero con todos los gastos pagados por el pueblo de México, y aprovechando sus últimos días en la Presidencia para ser recibido en Australia con todos los honores de un Jefe de Estado, siendo entonces el viaje un viaje que iba a hacer de cualquier manera pero que ahora tendrá que hacer obligadamente sin cargo a la Nación cuando haya dejado de ser Presidente. Los Diputados no tardarán en responderle a Fox sus lamentos infantiles, indignos de quien fué indigno de ocupar tan alto cargo desde el primero de diciembre del año 2000.

(No es la primera vez que Vicente Fox hace una rabieta quejándose enojado con un mensaje personal radiado en vivo ante los medios electrónicos de comunicación por la negación de un permiso para salir del país. Lo mismo ocurrió el 9 de abril del 2002 cuando se le rechazó una autorización para ir a Calgary y Vancouver, Canadá, y a San Francisco y Seattle, en Estados Unidos, gira en la cual Fox se reuniría con el empresario Bill Gates, lo cual denunció de inmediato como un bloqueo haciendo su rabieta ante las cámaras de televisión.)

En este mismo día, en lo que es interpretado como un duro voto de castigo, el pueblo norteamericano le dá un histórico revés electoral al Presidente George Bush, pasando el control de ambas cámaras del Congreso norteamericano, tanto la Casa de los Representantes (el equivalente norteamericano de la Cámara de Diputados en México) como el Senado, del Partido Republicano al Partido Demócrata, haciéndole perder al Presidente Bush la mayoría con la cual contaba su partido en ambas cámaras del Congreso.

De acuerdo con las encuestas de salida conocidas como exit polls usadas por empresas como Consulta Mitofsky en México, en un "ajuste de cuentas" siete de cada diez hispanos latinos votaron por el Partido Demócrata, con lo cual todo lo que habían ganado George Bush y los Republicanos con los hispanos en las elecciones del 2000 y del 2004 quedó arruinado por el apoyo Republicano a la "Ley del Muro". Se abre así una esperanza, aunque tenue, a una reforma migratoria que pueda legalizar de alguna manera la situación de millones de mexicanos que tuvieron que emigrar de México por la falta de empleos y oportunidades bajo el régimen foxista, una esperanza en el extranjero en la cual no tuvo absolutamente nada que ver la administración de un país gobernado por vez primera por un hombre de la derecha con vínculos a la ultraderecha.


8 de noviembre del 2006

En el colmo de la indolencia, la irresponsabilidad, y la apatía, Vicente Fox, mostrando una actitud de indiferencia total ante los problemas de la Nación, una indiferencia insultante en un mandatario que debería haber sido responsable de todos sus actos hasta el último día de su gobierno ante un país de cien millones de habitantes por cuyo bienestar prometió velar en su toma de protesta como Presidente de México, antes de llevarse a cabo una entrevista sobre la grave situación de Oaxaca dejó escapar un comentario en el cual hace ver lo poco que le importaba lo que estaba pasando en México, diciendo: "...ando libre... ya digo cualquier tontería... ya no importa... total, ya me voy".


9 de noviembre del 2006

Esta ciertamente debe ser una fecha histórica, porque se lleva a cabo un encuentro en Washington entre Felipe Calderón y el Presidente norteamericano George Bush. El encuentro no podría haberse llevado a cabo bajo peores circunstancias o en un peor momento, antecedido hace apenas unas cuantas semanas por la firma de Bush en la Casa Blanca de la "Ley del Muro" convirtiendo la construcción de un gigantesco muro fronterizo entre Estados Unidos y México en una cuestión de ley, y antecedido hace apenas dos días por la celebración de los comicios intermedios en los Estados Unidos para la renovación del Congreso en dicho país en los cuales el Presidente Bush y su Partido Republicano han sufrido una derrota colosal perdiendo el control de ambas cámaras del Congreso -la Cámara de los Representantes y la Cámara de Senadores- pese a la intensa campaña de miedo con la cual se pretendió asustar al electorado norteamericano advirtiéndole sobre el peligro para Estados Unidos de imponerle al Presidente Bush una mayoría del Partido Demócrata en las dos cámaras del Congreso. Pero a diferencia de lo que ocurrió en México hace apenas cuatro meses en donde una campaña de miedo en contra del candidato izquierdista Andrés Manuel López Obrador coordinada por la ultraderecha Yunquista logró darle un dudoso y cuestionable triunfo lleno de sospechas a Felipe Calderón, en los Estados Unidos la táctica utilizada por el conservador Partido Republicano con el cual se ha identificado plenamente el Partido Acción Nacional se ha estrellado en contra de un pueblo que decidió cobrarle al partido político del Presidente Bush las facturas por haberlo metido en una guerra sangrienta y costosa -la guerra de Irak- habiendo justificado la intervención norteamericana en dicho país en base a puras mentiras -las mentiras sobre la posesión del dictador iraquí Saddam Hussein de armas de destrucción masiva cuya presencia en Irak jamás fue confirmada por los peritos especializados de las Naciones Unidas que previamente habían estado allí buscando tales armas- y habiéndole creado al pueblo norteamericano en el tercer milenio un nuevo Vietnam.

De este modo, la importancia que Felipe Calderón hubiera querido que se le diese a su entrevista personal con Bush se ha visto opacada fuertemente en este día por las noticias sobre los comicios electorales estadounidenses celebrados el 7 de noviembre así como los catastróficos resultados de dichos comicios para el Partido Republicano. En las noticias norteamericanas y en las noticias mundiales, Felipe Calderón ha quedado relegado a segundo término.

Ya desde antes, prominentes analistas habían advertido a Felipe Calderón sobre la futilidad de viajar a Washington en circunstancias tan adversas, como podemos verlo en un editorial elaborado por el articulista de EL UNIVERSAL Raymundo Riva Palacio en su columna "Estrictamente Personal" bajo el título "Danza con Lobos" publicada el 3 de noviembre del 2006 en donde dice entre otras cosas lo siguiente:

Felipe Calderón visitará al presidente George Bush el 9 de noviembre próximo, unos días después de las elecciones intermedias, en el peor momento en que podría hacerlo, aún si contra todos los pronósticos los republicanos mantienen el control de la Cámara de Diputados y del Senado. La popularidad de Bush se encuentra en el vecindario del 30 por ciento, similar a los históricos más bajos, rivalizando con el crepúsculo de la carrera de Richard Nixon por el Watergate, y con Gerald Ford, cuando le otorgó un indulto presidencial. Se da también en el contexto de un debate entre historiadores sobre si Bush se recordará en el futuro como uno de los peores mandatarios en la historia norteamericana, nefasto como Andrew Johnson que fue incapaz de detener la guerra civil, incapaz como Herbert Hoover que llevó al país a la Gran Depresión, o calamitoso como Warren Harding, un invento cuya corrupción no resistió más de dos años en la Casa Blanca.

Con este presidente enfrente, Calderón cumplirá con el ritual que siguen los presidentes electos en México y, para ser justos, de buena parte del mundo: acuden a rendir honores a la metrópoli y tratar de establecer el preámbulo de una relación provechosa. En el caso mexicano, es más estratégica, al tener su economía totalmente injertada en el sistema productivo estadounidense y vivir con el aliento que lo riega desde el norte. Calderón, quien gobernará durante los dos años que le quedan a Bush, si es que los demócratas, en caso de tomar control del Capitolio no cumplen la amenaza de enjuiciarlo políticamente para que sea expulsado del poder, no tendrá una luna de miel con Washington, como siempre aspiran los noveles mandatarios mexicanos, porque todo ahí tiene sabor amargo.

Pero más allá de todos esos factores exógenos que enfrentará Calderón al encontrarse con Bush, el presidente electo llegará con un déficit por falta de cálculo y visión estratégica. No va a pasar desapercibido que en su primera gira en esa calidad, por Centro y Suramérica, su principal pronunciamiento regional fue en contra de la construcción del muro fronterizo, y que en la más reciente a Canadá, igual. No está mal desde un punto de vista político y ético, pero no ha sido arropado. El muro es una coartada electoral que responde a las ansiedades y angustias de los estadounidenses, que llevó incluso a los legisladores más liberales de Estados Unidos a alinearse con el metabolismo nacional y firmar abrumadoramente la ley del muro. Si tan sólo hubiera dado muestras de estar al tanto de sus preocupaciones, la declaración en contra del muro, que va a contracorriente de las expectativas de un electorado que ha mostrado ser bastante antimexicano, no parecería estar tan lejano de las necesidades emocionales estadounidenses.

El acotamiento que tiene Bush en materia de migración se ha agravado por la forma como se metió el tema de lleno a la campaña electoral intermedia, eliminando las líneas que normalmente dividen a republicanos y demócratas en la materia, y unificándolos en la misma dirección que, por razones de votos, los guían sus electores. Por ejemplo, Jack Davis, que está buscando la curul demócrata en el muy liberal estado de Nueva York, declaró recientemente a The Washington Post a propósito del impacto negativo de una amnistía para indocumentados: "Ya veo a los radicales mexicanos diciendo que el presidente (James) Polk tomó su tierra en la guerra con México. Bien, les tengo noticias: ¡Esa la perdieron, nenes!".

Por cuestión de la más elemental dignidad, tras haber estampado el Presidente Bush su firma en la "Ley del Muro", y de haber sido López Obrador el Presidente electo de México en lugar de Felipe Calderón, es un hecho que López Obrador habría cancelado cualquier encuentro posible con el Presidente Bush antes de tomar posesión de su cargo como muestra de protesta por la actitud anti-inmigrante y xenofóbica mostrada por el Partido Republicano del Presidente Bush hacia el pueblo de México. El Presidente electo de México se habría solidarizado totalmente con su propio pueblo, con el pueblo de México, el cual a su vez tiene a millones de familiares suyos laborando bajo las sombras en los Estados Unidos sin esperanza alguna de poder legalizar su condición migratoria. Pero a Felipe Calderón no le queda más remedio que ir a humillarse e hincarse de rodillas en el mismo sitio en donde hace apenas unas semanas se firmó la "Ley del Muro" porque Felipe Calderón está urgido de obtener en el extranjero, por conductos oficiales, en la capital del Imperio del Norte, la legitimación de su muy cuestionado triunfo electoral que no ha podido obtener dentro de su propio país. Aunque la cita de Felipe Calderón con el Presidente Bush no podría haber sido programada para un peor momento que éste, Felipe Calderón está virtualmente "ahorcado" sin margen de maniobra, porque faltan ya menos de dos semanas para que su adversario Andrés Manuel López Obrador tome posesión de su cargo como Presidente alterno de México el 20 de noviembre, y diez días después de este suceso histórico Vicente Fox abandonará la silla presidencial para entregársela a Felipe Calderón, así que si Felipe Calderón busca con la mayor desesperación del mundo "legitimarse" reuniéndose con el Presidente Bush, no le quedaba otra alternativa más que esta fecha del 9 de noviembre. Era esto, o NADA. La posibilidad de programar la reunión con Bush para una fecha posterior al 20 de noviembre, después de que López Obrador haya sido aclamado como Presidente alterno de México por los millares de mexicanos que votaron por él, se antoja tan extemporánea como inútil para obtener en el extranjero la legitimación de su mandato que tan desesperadamente busca oficializar; y la ceremonia de su toma de posesión programada para el primero de diciembre en la misma Cámara de Diputados en donde le fue imposible a Vicente Fox rendir su último informe de gobierno se antoja como un trago demasiado amargo para Felipe Calderón como para andar yendo a Washington para "oficializar" su cargo. Esta humillación de tener que ir a postrarse ante el país más poderoso del mundo para sacar con fines propagandísticos la "foto de oportunidad" en la cual se le proclame dentro de una nota perdida en los medios de comunicación como Presidente de México es un mal augurio sobre lo que se viene encima para un hombre cuya legitimidad será cuestionada sin cesar en su propio país y el cual posiblemente será copado y acorralado por eventos y circunstancias completamente fuera de su control, como la omnipresencia nacional furtiva de la Organización Nacional del Yunque a la cual no se la podrá quitar de encima aunque se arrepienta de haber recibido los apoyos de tan siniestra fraternidad.

Tras el encuentro Bush-Calderón, bastará con que pasen unos cuantos meses para obtener lo que parecerá a muchos como una respuesta norteamericana semi-oficial al viaje "de buena vecindad" efectuado por Felipe Calderón para postrar su dudoso triunfo electoral ante el Presidente de la nación más poderosa del mundo con la esperanza egoísta de "legitimarse" en el exterior. No pasará mucho tiempo para que se produzcan los resultados una nueva cacería de mexicanos indocumentados emprendida por el gobierno norteamericano, todos los cuales serán separados de sus familias y serán deportados sin misericordia alguna a México en donde no les quedará más remedio que soñar despiertos con la ilusión de que quien se autopostuló como el Presidente del Empleo haga honor a su slogan de campaña creándoles algún empleo de lo que sea. Porque será eso, o arriesgar la vida intentando cruzar nuevamente hacia los Estados Unidos por el inhóspito desierto de Arizona en donde Bush firmó "la ley del Muro", o morirse de hambre bajo la nueva administración panista-Yunquista cuyos compromisos están, a fin de cuentas, con los grandes empresarios por cuyos intereses Felipe Calderón se ha comprometido a velar.

Mientras tanto, el Ejército Popular Revolucionario hizo un llamado al pueblo de México a "combinar creativamente todas las formas de lucha que comprenden desde la legal hasta la clandestina", para luchar contra la ultraderecha. Se sabe ya que este llamado causó casi en forma inmediata una enorme preocupación y consternación tanto en los estratos superiores de la Organización Nacional del Yunque como en los dueños y directivos de la Universidad Autónoma de Guadalajara, quienes ahora por vez primera temen por sus vidas y han reforzado su protección personal recurriendo en buena parte a sus guaruras de calidad fanatizados para dar sus vida por ellos. Este lamentable descenso hacia el nivel de la lucha armada para combatir uno de los más grandes peligros enfrentados no sólo por México sino por el resto del continente americano, más allá de las críticas que puedan formularse en contra de este tipo de lucha que solo puede traer sangre, muerte y dolor, debe ser visto como causada directamente por la inutilidad del sistema democrático para poder sacar pacíficamente a la ultraderecha por la vía de las urnas, y representa dolorosamente el gran fracaso de la nueva democracia que se quería construír para México y que está a punto de ser arruinada tras seis años en el poder de un Presidente pro-ultraderechista fantoche y ridículo que fue tan sólo el producto de la mercadotecnia y la urgencia del pueblo de México por sacar al PRI de Los Pinos.


11 de noviembre del 2006

Con el respaldo de 21 de 27 partidos políticos americanos, el más prominente neo-fascista encubierto de México al mando del partido del gobierno, Manuel Espino Barrientos, contiende por la presidencia de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA) en Santiago de Chile, confirmándose así los planes y las intenciones de la extrema derecha mexicana de internacionalizar su plataforma, obteniendo el cargo por unanimidad. Con su triunfo, la sede de la ODCA, fundada en abril de 1947, será trasladada a la ciudad de México. Un factor clave en el triunfo de Manuel Espino para poder tomar en sus manos el control de la ODCA ha sido, al igual que como ocurrió en las elecciones presidenciales del 2006 con Felipe Calderón, la infusión de una enorme cantidad de dinero de origen desconocido, con el cual se financió una campaña costosa colmada de viajes, regalos y sobornos como nunca antes la habían visto los demás países miembros de la ODCA. El traslado de la ODCA a la ciudad de México la pondrá directamente bajo control de la Organización Nacional del Yunque a través de Manuel Espino, que de este modo oficializa la expansión internacional de sus operaciones, pero siempre sin mostrar el rostro verdadero y sin reconocer públicamente sus orígenes neo-Nazis. Irónicamente, la ODCA quedará ahora radicada en un país en el que los procesos democráticos llevados a cabo hace apenas unos cuantos meses están en tan fuerte tela de duda que aún no se sabe si Felipe Calderón podrá tomar posesión de su cargo en el palacio legislativo de San Lázaro en la forma en la cual lo prescribe la Constitución, y que quedará en manos de gente exacerbadamente neo-fascista en contraposición directa con las enseñanzas más elementales del cristianismo, reduciendo la frase "democracia cristiana" a un simple slogan.