Conclusión
Mientras el nuevo presidente Felipe Calderón y sus socios de las televisoras han iniciado una campaña de imagen democrática en Oaxaca, la represión a la que son sometidos maestros y miembros de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) da la impresión de que estamos en ciernes de una nueva guerra sucia en contra de cualquier movimiento social en México, situación que creíamos ya superada.La detención el lunes por la noche de Flavio Sosa, su hermano Horacio, así como dos miembros de la dirigencia de la APPO, Ignacio García Maldonado y Marcelino Coache Verano, por agentes de la AFI en víspera de un encuentro con la Secretaría de Gobernación, huele a celada. Y también a traición, ambas señales claras de una guerra sucia en la que poco o casi nada se puede confiar de la postura gubernamental.Desde hace una semana y media en Oaxaca se ha desplegado un operativo de terror policiaco-militar sin precedente en la historia del país. Comandos especiales, fuertemente armados, algunos de ellos embozados, han entrado en las escuelas primarias y también en los barrios y colonias populares, a fin de detener a quienes ellos consideran han participado en las protestas de la APPO.Hay evidencias de que el operativo fue diseñado por mandos militares pues se trata de una estrategia prevista en un manual que tiene la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) para evitar disturbios civiles.El general Francisco Gallardo, en una reciente entrevista, explica precisamente cómo este manual ya fue usado por las Fuerzas Armadas en San Lázaro el pasado 1 de diciembre, a fin de permitir la unción de Felipe Calderón, y ahora es aplicado en Oaxaca en contra de un movimiento popular.“El manual de disturbios civiles es para manejar las masas e impedir un disturbio civil, y para ello se contempla desde la presentación de la fuerza, como fue con la instalación de las vallas alrededor de San Lázaro, o en Oaxaca, cuando hicieron presencia las fuerzas federales de la Policía Federal Preventiva (PFP), hasta la utilización de la violencia con el uso de las tanquetas antimotines, de químicos, incluso la utilización de francotiradores, en donde se aplica la técnica de selección de objetivos, es decir, la aniquilación de los líderes en caso concreto, bajo la idea de que si se aniquila un líder se descabeza un movimiento”, explicó el general Gallardo.La estrategia seguida en Oaxaca para descabezar el movimiento de la APPO es claramente militar: se establecieron las vallas metálicas en el centro histórico de la ciudad como señal de contención, después se pasó a la etapa de persecución cuando activistas y dirigencia fueron sometidos a un fuerte espionaje, y 141 fueron detenidos y trasladados al penal de alta seguridad de Nayarit, considerados personajes de “alta peligrosidad”.Al mismo tiempo, la dirigencia ha sido acorralada y obligada a salir del estado, mientras que todas las escuelas de la entidad se encuentran bajo vigilancia y algunas ya fueron allanadas por comandos de asalto, y se ha puesto en acción una campaña de desprestigio en contra de la oposición.Los organismos de derechos humanos han catalogado la situación como “un estado de indefensión”. La Liga Mexicana de Derechos Humanos (Limedh), la que más ha dado seguimiento al conflicto en Oaxaca, reportó el saldo del conflicto: "15 ejecuciones, 200 detenidos, 150 lesionados, más de una treintena de 'desaparecidos', y están por ejecutarse, otras 200 órdenes de aprehensión".Esta grave situación no se había presentado en el país desde hace más de 30 años. Esto es, en Oaxaca se está desarrollando una nueva versión de la “guerra sucia” de los setenta, con el agravante de que supuestamente respiramos aires democráticos.Como entonces, hoy en Oaxaca existen desaparecidos, muertos, heridos, detenidos y perseguidos por razones políticas, y no por cuestiones judiciales, como nos quieren hacer creer el gobernador priista Ulises Ruiz, y el presidente Felipe Calderón, con la ayuda de Televisa, TV Azteca, la radio y algunos medios escritos que han creado una imagen de violencia en los simpatizantes de la APPO, cuando la violencia ha sido generada por el mandatario estatal.La persecución política es un remanente del sistema autoritario que encabezaba el PRI, pero que el gobierno de derecha de Vicente Fox y ahora el de Calderón han decidido mantener.Esto nos habla de una manera deforme de ver la realidad social del país y de tratar de resolver los problemas con medidas de fuerza, y no a través de terminar con los factores que dan origen a toda inconformidad social: pobreza, desempleo, desigualdad, marginación y hasta racismo.El gobierno de Calderón y de Ulises Ruiz, sin embargo, olvidan un aspecto fundamental: la violencia genera violencia, sobre todo si viene del Estado.Los grupos armados que siguen operando ya declararon en sendos comunicados que están evaluando cómo van a responder a la represión gubernamental, y están en la posibilidad de continuar con la vía militar como ya lo hicieron con los bombazos del pasado 5 de noviembre por la noche en las sedes del PRI, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación e instalaciones bancarias.Hasta el momento no tenemos información clara de los alcances de su fuerza militar, ni tampoco del número de activistas dispuestos a realizar actos de insurgencia armada. Es posible que no tengan un amplio número de elementos activos, sobre todo después de las importantes divisiones que sufrieron hace cinco años, así como de las bajas en sus mandos, como fue el caso del comandante José Antonio, líder del ERPI.Pero con los que tengan podrían hacer tambalear al nuevo gobierno de Felipe Calderón, que adolece precisamente de solidez para enfrentar problemas más graves, como el narcotráfico en todo el país.A nadie conviene seguir por el camino que se ha tomado en Oaxaca, la permanencia de Ulises Ruiz como gobernador ya ha tenido un alto costo. La reedición de la guerra sucia de los setenta no conviene a nadie y menos a un gobierno que se presume democrático y negociador.
Un régimen legítimo no tiene por qué mostrar a sus policías y a sus militares, dice, palabras más palabras menos, Guillermo Almeida en un artículo reciente. Y eso me hizo reflexionar sobre los primeros días de la administración del régimen, donde Felipe Calderón se ostenta como el jefe.
El despliegue de las fuerzas militares y policíacas como primeras acciones de un gobierno espurio, le hacen actuar precisamente por su debilidad, como gobierno golpista que necesita de las Fuerzas Armadas para sostenerse, que utiliza en su discurso mensajes de miedo y anuncia que no parará.
El pretexto ha sido el tema del narcotráfico, pero ha tenido poco cuidado. También habló ya de lo que viven y sienten él y sus correligionarios, como revuelta social.
Se trata de un comienzo muy peligroso, de tintes y rasgos autoritarios y, por tanto, misóginos y excluyentes.
En paralelo, las cárceles se llenan de ciudadanos que hacen protesta social como los presos de Oaxaca. No han pasado más que unos cuantos días y su gobierno ya reprimió a un puñado de mujeres mazahuas que hicieron manifestación, y fuerza para que se les atienda una vieja demanda de dotación de agua para sus comunidades. No se hizo ni intento de diálogo. ¿Quién protestará por esta acción? Es una clara manifestación de odio por las mujeres que protestan.
La militarización entraña una serie de secuelas especialmente lamentables, no sólo por el carácter autoritario de quien las moviliza, de su demostración de debilidad ante su ilegitimidad frente a la población que no lo ha elegido, sino que las paradas militares son una amenaza para la seguridad e integridad de las mujeres.
Todas sabemos qué significaron ya los abusos contra las hermanas de San Salvador Atenco. Hay una narrativa documentada sobre la vida en Chiapas militarizada. La historia nada inocente de Las Visitadoras que narró desde la realidad Mario Vargas Llosa, muestra con elocuencia cómo se conduce un régimen militar, cómo piensa, cómo ubica sus reales o imaginarios enemigos y cómo carece de todo respeto, precisamente a la ley, la que sea, la que esté vigente.
¿Será que Felipe no conoce a Mario Vargas Llosa, escritor latinoamericano? ¿O será que sus apoyos para llegar a la silla ahora le exigen cuentas y acciones? Tal vez sí tiene un buen plan para acabar con los pobres… matándolos.
El anuncio de militarizar la frontera sur es un escándalo. En la frontera con Guatemala se concentra, se sintetiza la crítica situación de pobreza y abandono de nuestros pueblos, y para atemperar o encubrir la situación y hacerle un dique, se enviarán sólo policías. Me temo que este es un compromiso con el gobierno de Estados Unidos y los caciques de la región.
Me acuerdo perfectamente de lo que significaron en Chiapas los retenes militares: no sólo la falta de libertad, la alteración cotidiana de la legalidad --esa con la que se llena la boca Felipe--, porque en los retenes se filma a quien pasa por ellos; se exige la identificación; se violan las garantías individuales plasmadas en la Constitución que, ya lo sabemos, está rebasada, sino que la parada militar obliga a establecer reglas para los pueblos y comunidades, acciones extraterritoriales y encima se abusa de sus habitantes.
Martha Figueroa, la abogada emblemática defensora de las tres mujeres tzeltales violadas por los militares en Altamirano, Chiapas, ha documentado en qué consiste la vida de las mujeres en esa entidad militarizada.
Ahora sabemos --porque la debilidad obliga a enseñar las armas, como único medio de control--, que se ha militarizado Michoacán; que las fuerzas policíacas-militares se disponen en Oaxaca para reprimir a la población; crecen en Guerrero, se extienden en los caminos hacia el norte; se apostan en Sinaloa y Jalisco; aparecen en las costas y en las montañas; anuncian su llegada a otras partes del país, sin recato, sin vergüenza y sin considerar a la República. Se supone que las entidades son autónomas políticamente hablando. Ahora se obvia esta situación.
En estos días se decidirá el presupuesto. Felipe ha enviado un volumen abultado de recursos para el aparato policial, disminuyendo recursos sustantivos para la educación del alma, que es la cultura, el futuro que es la tecnología y la paz que son el respeto a los derechos humanos y la aplicación de las garantías individuales.
Tenemos que preocuparnos como mujeres, como personas, como ciudadanas, porque el silencio y la indiferencia han producido muchos dictadores en el mundo, fortalecidos por los más nefastos intereses del capital y el poder. Este es el caso. Pararlo urge.
Más aún: qué ciudadano honrado puede tener confianza en un gobernante cuya divisa es el engaño, la felonía, la impostura.Lo que hizo y está haciendo Felipe Calderón con los dirigentes y miembros de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca:
ya lo hicieron antes, con otros luchadores sociales, Ruiz Cortines, López Mateos, Díaz Ordaz y Luis Echeverría. Las víctimas de entonces fueron, entre muchos otros héroes civiles, Othón Salazar, Demetrio Vallejo, Valentín Campa, David Alfaro Siqueiros, Miguel Aroche Parra, los líderes del movimiento médico y Heberto Castillo.¿Y qué pasó? Que mientras esos presidentes priístas fueron arrojados al basurero de la historia patria, aquellos presos de entonces gozan hoy de la gratitud y la admiración de la nación mexicana. Para los carceleros y asesinos, desprecio histórico; para las víctimas, gratitud y honor eternos.Pero no son éstas las únicas reflexiones posibles sobre la semejanza del calderonismo con aquellos presidentes, dos de los cuales al menos —Díaz Ordaz y Echeverría—, pueden ser calificados con justeza y precisión de genocidas.También es posible reflexionar sobre la hipocresía de aquellos presidentes que ofrecían el imperio de la ley, el diálogo, la mano extendida y la apertura democrática, y que, en cambio, entregaban una feroz y sanguinaria dictadura que condenaba a los patriotas a largos años de cárcel, al secuestro, a la desaparición forzada o al asesinato.Esa misma hipocresía es visible en las palabras y actos de Calderón. Se ofreció diálogo y se da traición. Se convocó a la paz y se hace la guerra. Se prometió democracia y se entrega dictadura. Hoy de nuevo, como en aquellos viejos tiempos del priísmo podrido, la demagogia es el rasgo esencial del gobierno.A partir de la traición del lunes 4 de diciembre, qué líder popular, qué dirigente sindical, qué jefe de movimiento social puede confiar en los ofrecimientos calderonianos. Más aún: qué ciudadano honrado puede tener confianza en un gobernante cuya divisa es el engaño, la felonía, la impostura.Pero para los luchadores sociales, la demagogia gubernamental tiene sus ventajas. A partir de la traición del michoacano a los líderes del movimiento oaxaqueño, queda claro que los llamados gubernamentales al diálogo son una trampa. Que los inconformes sólo pueden esperar del calderonismo las tres clásicas opciones de la dictadura: encierro, destierro o entierro.Sólo que, como bien se sabe desde los tiempos de Espartaco, la lucha social no cesa ni aunque haya millones de crucificados. La lucha social habrá de tomar otros caminos para enfrentar a la dictadura.
La portada de la revista Siempre! no dejará duda alguna al respecto sobre cuáles serán las probables consecuencias -nefastas- de este nombramiento:
Han pasado dos semanas desde que Felipe Calderón Hinojosa asumió la Presidencia de la República. En ese lapso, durante el cual se van los secretarios de despacho del anterior gobierno y llegan los nuevos, la expectación ha girado en torno a la designación de los subsecretarios, los directores generales, los encargados de los organismos descentralizados o autónomos.Sabe pues el Presidente que entre los nombramientos de la última semana hay algunos destinados a cubrir los compromisos contraídos durante la campaña. Llama la atención que puestos tantas veces estratégicos del gobierno federal sean utilizados para pagar deudas políticas, considerando que muchos de esos cargos son fundamentales para mantener en marcha los programas de un gobierno, de cualquier gobierno. Y a veces hasta para ponerlos en marcha.Está más que probado que los errores, de buena o de mala fe, las sutiles interferencias en una subsecretaría de Estado pueden trastocar o cuando menos retrasar las soluciones de los problemas.De ahí que sólo quepa esperar a que el tiempo nos permita averiguar las verdaderas razones por las que el presidente Calderón decidió designar subsecretario de Educación Básica en la Secretaría de Educación Pública, al licenciado Fernando González, yerno de la profesora Elba Esther Gordillo. Sólo con el tiempo sabremos por qué entrega una subsecretaría clave a la lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).Si reconocemos que en los problemas educativos está la génesis de todos los problemas nacionales, tendremos que concluir que la educación básica es el primer escalón para elevar la calidad de la instrucción e impartición de conocimientos.Si estamos de acuerdo con que la educación, particularmente la educación básica, es el nudo gordiano que hay que romper para salir del círculo perverso de la desigualdad y la pobreza e incorporarnos a la modernidad que pasa como bólido a nuestro lado, no se entiende bien a bien que una posición tan estratégica para cualquier proyecto educativo se le haya entregado a un funcionario que, desde cualquier ángulo, está comprometido primero con el SNTE.La tarea esencial, fundamental de cualquiera organización laboral como el SNTE, es la vigilancia de que se respeten los derechos de sus afiliados, los maestros y los trabajadores del sector educativo, obtener mayores y mejores prestaciones para ellos.A pesar del discurso que habla de un compromiso con la educación, no puede perderse de vista que al final de la jornada la tarea primordial del SNTE es custodiar los derechos laborales de sus afiliados. Si en el desempeño de esa tarea sindical se puede contribuir a ayudar a mejorar la educación, será un aliado, pero si cualquier proyecto de mejoría choca con los intereses sindicales, pues el SNTE será un adversario.Así de sencillo, así de complicado, porque al fin y al cabo la tarea primaria de la organización es la defensa de los derechos laborales.¿Cómo contribuir con proyectos y trabajo a la mejora de la educación, si en algún momento su labor puede oponerse a su obligación moral para con el liderazgo del SNTE?Por lo pronto, el dilema será personal del licenciado González, pero después será un reto para el gobierno del presidente Calderón, porque el pago de una deuda política puede salir demasiado caro.Quizá debió buscarse otra fórmula para saldar la presunta deuda política con la lideresa magisterial. Una posición en la cual se tuviera la garantía que el funcionario sólo atenderá los intereses del Ejecutivo, de nadie más.En la política de las naciones más modernas, contaba un diplomático europeo, para ganar elecciones todos los funcionarios hacen compromisos. Y tienen que cumplirlos con nombramientos. Pero se procura cubrir las deudas políticas con designaciones a posiciones donde puedan hacer el menor daño posible. De preferencia se les designa para posiciones de gran lucimiento, aunque de poco esfuerzo y, por lo tanto, donde la influencia es relativa.En mi país, decía, los jefes de Estado mandan a sus amigos más cercanos —y no particularmente brillantes— a puestos del servicio exterior donde no tengan ningún margen para equivocarse. Así se paga una deuda política, y no se daña ni al servicio de carrera ni a la política exterior.El presidente Calderón ha decidido proceder distinto. Ha empezado a pagar deudas políticas en puestos sensibles. Es su privilegio, porque la Constitución le otorga al Presidente de la República la facultad de designar o remover a sus colaboradores. Y se la otorga porque, el artículo 80 dice que “…se deposita el Supremo Poder Ejecutivo de la Unión en un solo individuo, que se denominará «Presidente de los Estados Unidos Mexicanos»”.Eso otorga un enorme poder a quien resulta elegido Presidente de la República, pero también le impone una formidable responsabilidad.La responsabilidad de asumir las consecuencias de los errores de sus colaboradores. El poder presidencial aún es formidable, aunque lo hayan ocultado las torpes cortinas de humo de la dislocada presidencia foxista. El presidente Calderón ha asumido esos instrumentos del poder presidencial. Tendrá que asumir, entonces, sus consecuencias.Y recordar aquella frase lapidaria de José López Portillo: “…A los presidentes nos dan todo cuando llegamos… Cuando nos vamos, nos quitan todo…”Sí, porque los errores presidenciales siempre los hemos pagado muy caro todos los mexicanos.
Pero si los latinoamericanos ven con profunda desconfianza a (Gerónimo) Gutiérrez (Subsecretario de Relaciones Exteriores para América Latina), la llegada de Cecilia Romero como comisionada del Instituto Nacional de Migración les causa alarma. Esa dependencia que pertenece a la Secretaría de Gobernación es la responsable de manejar la política de refugiados, que aunque muy maltrecha en los últimos años, jamás había sido puesta en manos de una persona tan profundamente ideologizada y con un potencial de destrucción tan elevado.La señora Romero es la esposa de Federico Müggenburg, el ideólogo de El Yunque, la organización de extrema derecha que ha dominado al gobierno en los seis últimos años. Aguerrida militante del PAN, ha estado involucrada por años en asuntos internacionales, con beligerancia contra todos aquellos regímenes que no entran en su perfil ideológico y generado conflictos diplomáticos como por ejemplo con Cuba, que es la nación que pudiendo redefinir el rumbo de la política exterior calderonista, ha sido relegada por el Presidente debido a las presiones internas de los panistas.
La señora Romero participa en la corriente inflamatoria del presidente del PAN, Manuel Espino, quien recientemente generó rispidez con Venezuela y nuevas tensiones diplomáticas entre Caracas y México con sus declaraciones intervencionistas en el reciente proceso electoral en aquella nación. Enemiga rabiosa de la izquierda latinoamericana, que ha hecho importantes avances electorales en los últimos años, también es opositora frontal de posiciones progresistas y socialdemócratas.
Con ella no hay duda. Por su carácter y estilo, las políticas migratorias contra los indocumentados (centroamericanos y sudamericanos) serán reforzadas a palos -aunque le han quitado el control policial-, lo que generará tensiones no sólo con los centroamericanos que buscarán trato humano para sus ciudadanos, sino con los brasileños -cuya cancillería es enemiga histórica de la mexicana-, que han generado la nueva corriente migratoria hacia el norte, a través de la frontera con Texas.
Dureza contra los latinoamericanos y entreguismo ante Washington son las señales cruzadas que mandó Calderón a América Latina, donde tendría que estar reedificando el andamiaje que desde el gobierno de Carlos Salinas se comenzó a desmantelar. Pero si Romero es una enemiga abierta y declarada, Gutiérrez es un personaje desacreditado en esa parte del hemisferio.
El mensaje calderonista a la región es que el discurso latinoamericanista no termina de ser una retórica frente a la coyuntura electoral y su estrategia para legitimarse con acciones. Pero para efectos de la real politik, la dupla designada que verá los asuntos regionales representa una política de matracas sin sentido para lo que decía el Presidente que deseaba: una nueva era de relaciones con América Latina.
No hay señales salvo las epidérmicas con los países en toda el área, que tendrá que seguir esperando un nuevo despertar mexicano, pues las personas clave para relanzar las relaciones con toda la región están lejos de ser las idóneas para restaurarlas y reconstruirlas, y no eliminan la suspicacia que, en el fondo del corazón de este gobierno, en realidad lo que se quiere seguir haciendo es el trabajo sucio a Washington.
Entre los círculos Yunquistas, es mucho lo que se habla y se dice sobre Cecilia Romero Castillo:
Pero lo que se habla de ella en ese medio es como para preocupar profundamente a quienes no militando dentro de la extrema derecha y no siendo simpatizantes de estas ideologías fanáticas la verán asentada por seis largos años en un puesto de alto poder dentro del gobierno federal. Sin importar su sexo, esta mujer es ultra entre los ultras. Lo menos que podemos dejar aquí en claro es que el neo-fascista Federico Muggenburg encontró en ella a la pareja ideal, en todos sentidos, para hacerle coro y darle fuerzas en sus intrigas y en su fanatismo desbocado, así como ambos y sus correligionarios encontraron en Felipe Calderón un vehículo casi ideal para seguir sacando adelante sus planes a largo plazo. Sin embargo, Spectator no reproducirá ninguna de las cosas terribles que se dicen acerca de esta mujer, mucho más digna de temor que de respeto, en los corrillos de los extremistas del neofascismo, dejando mejor que con el paso del tiempo esta desagradable información salga a la luz pública por otros medios, preferiblemente de boca de algunos ex-Yunquistas que estén arrepentidos de lo que en su ingenuidad, su estupidez, o su maldad, han contribuído a hacerle a su propio país.
Cuando el 'comandante' Fernando Baños gritó una orden, las 'escuadras' se distribuyeron instantáneamente, tomaron posiciones de combate, sacaron sus armas cuidadosamente elegidas, y emprendieron la agresión: con método, con conocimientos típicos de un 'comando' y con una decisión que sóla dá el fanatismo.
Pero hay otras cosas que nos interesan mucho más acerca del adinerado Federico Muggenburg, como el hecho de que este hombre siempre ha tenido excelentes contactos y relaciones con la clandestina sociedad ultraderechista Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara, algo que posiblemente la mayoría de sus colegas co-fundadores de la también clandestina sociedad ultraderechista MURO aún ignoran. O como el hecho de que Federico Muggenburg es precisamente uno de los ultraderechistas fanáticos que fueron puestos al descubierto por el columnista de Excélsior, Manuel Buendía, en su columna "Red Privada", antes de ser asesinado a sangre fría por la espalda. De los amiguitos universitarios de Federico Muggenburg, Manuel Buendía escribió lo siguiente al hablar acerca del igualmente corrupto pseudo-economista ultraderechista Luis Pazos (uno más de los distinguidos beneficiarios económicos del "gobierno del cambio") :
Sus compañeros de entonces fueron Klaus Feldman, Federico Muggenburg, Antonio Quintana, Luis Felipe Coello, Víctor Manuel Sánchez Steinpreis, Manuel Antonio Díaz Cid, Fernando Baños Urquijo, Carlos Figueroa Sandoval, Ignacio Rodríguez Carreño, Gastón Pardo Pérez y Augusto Domínguez Guzmán...
Y tras dar los nombres de estos personajes siniestros, Manuel Buendía agregó quizá proféticamente algo sobre una enseñanza que a los cruzados del MURO sólo les podría haber llegado directamente de la Universidad Autónoma de Guadalajara:
Llamados los 'doce apóstoles', estos extremistas emprendieron una calenturienta aventura político-religiosa en que, según ellos, el dominio en las universidades habría de llevarlos al dominio en el gobierno del país. Y su ariete fue el MURO..."
Nadie se asombre de que, además del asalto montado por estos ultrafanáticos de la extrema derecha mexicana para afianzar firmemente entre sus manos las redes del poder utilizando a Felipe Calderón como vil pelele comprometido hasta el pescuezo con ellos, estén moviéndose ahora para afianzar entre sus manos los grandes medios masivos de comunicación oficiales como Notimex (no les es necesario hacer esto con un consorcio mediático tan grande y tan poderoso como TELEVISA, ya que a esta empresa supra-capitalista ya la tienen de su lado).
Precisamente en manos de esta clase de gente está poniendo en estos momentos Felipe Calderón el futuro de México y la seguridad y el bienestar de cien millones de mexicanos.
En lo que a las duras críticas que los panistas de antaño hacían en contra de las organizaciones sindicales corporativistas con líderes sempiternos tales como la Confederación de Trabajadores de México (CTM) al servicio incondicional del partido-gobierno de aquél entonces, seguramente los fundadores del PAN volverían a caer muertos en sus tumbas si vieran que aquellos que terminaron apoderándose de su partido también echaron a andar algo equivalente en todos respectos a esas organizaciones sindicales corporativistas utilizadas por el partido en el gobierno, con la única diferencia de que estas estarán ahora al servicio incondicional del PAN-gobierno. Y nos estamos refiriendo de nombre y muy directamente al Consejo General del Trabajo (CGT). A diferencia de lo que suponen los despistados militantes de base, estas organizaciones no surgen por sí solas de la nada. Mucho antes de que hagan su aparición pública, hay un operativo previo de planeación con el cual los fundadores de estas organizaciones terminarán controlando tras bambalinas lo que se lleva a cabo en ellas, sin que la borregada tenga la menor idea de lo que se está llevando a cabo. De hecho, el CGT está infestado por gente de la Organización Nacional del Yunque quienes son los únicos que a fin de cuentas saben realmente lo que se está planeando hacer. Todos los demás son esclavos de la infiltración llevada a cabo por gente cuyos verdaderos intereses no tienen nada en común con aquellos ingenuos que se están dejando seducir por promesas luminosas. En este respecto, el CGT y otras organizaciones similares cuya creación también está en marcha en estos momentos son superiores a las que tenía el PRI para los propósitos de la ultraderecha. Y en lo que respecta a las ya existentes, basta con allegarse de la "lealtad" (¿?) de traidores como la "maestra" Elba Esther Gordillo del SNTE para que también caigan bajo la órbita oficial del nuevo gobierno las estructuras corporativistas heredadas del viejo régimen, cerrando de este modo las tenazas sobre el control de todo lo que sucede en México. Para lo demás, ya tienen a su servicio al CISEN, a los cuerpos policiacos de la Procuraduría General de la República, y al presupuesto entero de la Nación, todo al servicio de ellos. ¿Habrá alguien que todavía crea que será fácil sacar a esta gente del poder?
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